La hipotermia durante la práctica de la natación en aguas abiertas es uno de los principales riesgos que pueden comprometer la seguridad de los nadadores.
Es una situación fisiopatológica que puede conllevar nefastas repercusiones.
Un buen plan de entrenamiento, la nutrición y el uso de neopreno como aislante a la temperatura del agua son los principales mecanismos de prevención.
La sensación de frío y los temblores son los primeros signos ante una situación de hipotermia y se debe interrumpir inmediatamente la práctica deportiva.
¿QUÉ ES LA HIPOTERMIA?
Es la temperatura corporal central por debajo de los 35 grados. Recordamos que la temperatura del cuerpo suele estar en torno a los 36 grados y medio.
Durante la práctica deportiva, la producción de calor corresponde prácticamente a la actividad muscular y la pérdida de calor, a mecanismos físicos de conducción y convección, que en el ámbito acuático adquieren un especial protagonismo.
El agua de las piscinas climatizadas, por normativa debe encontrarse entre los 25 y 29 grados. Pero a los 27, los usuarios ya la suelen encontrar bastante fría, y suelen quejarse a la dirección de la instalación.
El agua del mar en verano, suele estar más fría, en torno a los 22 grados, habiendo zonas con el agua más fría (Tarifa, Caños de Meca, Fuengirola, Marbella,…) en torno a los 20 grados, o el Algarve Portugués, que puede estar a 19.
Pero en invierno, pueden bajar las temperaturas a los 14-15 grados, e incluso a los 12.
RECONOCER LA HIPOTERMIA.
Las manifestaciones clínicas son progresivas a medida que disminuye la temperatura.
El primer signo que aparece es el temblor, con la finalidad de aumentar la temperatura corporal mediante la contracción muscular.
El temblor está presente en temperaturas entre 35 y 32 grados.
Después empezamos a sentir frío en brazos y pies, seguido de un aumento del ritmo cardiaco que a menudo no notamos y menos en competición. Sí es frecuente entrar en un nado monótono que nos produce somnolencia, las manos se endurecen y se hace complicado realizar una movilidad compleja con los dedos, lo podemos observar al abrir un gel durante un avituallamiento.
Si el nado continua sin pausa, podemos seguir sin ser conscientes de que nuestra temperatura corporal ha descendido 2 grados. Entrados en esta fase las reacciones de nuestro cuerpo es diferente dependiendo de cada individuo , hay quienes sienten calor y aparente mejoría. El cuerpo resta bombeo sanguíneo a partes del cuerpo menos vitales como orejas, nariz, dedos para llevarlo al resto de los órganos vitales. Se aprecia palidez y amoratamiento y ya el afectado coordina con dificultad y no habla bien, balbucea y le cuesta pronunciar, yo llegaba incluso a morderme al hablar, confusión.
Llegado a este punto el nadador debería salir del agua sí o sí. La pérdida de calor continua incluso habiendo salido del agua. Por esto, nunca hay que quitar el gorro, ya que aún nos calienta. Y secar al nadador y ponerle en posición fetal. Bebida caliente pero nunca alcohólica, ya que produce dilatación de los vasos sanguíneos, lo que conlleva una pérdida de calor. Té caliente con miel es lo que yo recomiendo. Mantener al paciente arropado y seco retirarle ya el gorro y el bañador. No dejar solo al afectado que a menudo se queda dormido, frotar sus manos y pies intercambiando calor.
Parámetros como el nivel de consciencia, la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria y la oxigenación de los tejidos se ven comprometidos a medida que disminuye la temperatura.
El riesgo de arritmias cardíacas malignas aumenta de forma muy significativa.
PREVENIR LA HIPOTERMIA.
La prevención debe ir dirigida a aumentar la producción de calor y a disminuir la pérdida para mantener la temperatura central.
Esto se puede conseguir con una buena aclimatación progresiva al agua a bajas temperaturas, la nutricuón antes de la prueba (ingesta de hidratos de carbono, y aumento de grasa corporal), el uso de trajes de neopreno (aislantes), y el uso de cremas o sustancias como la "lanolina", que aísla los poros del cuerpo dificultando la perdida de calor corporal por ellos.
A pesar de la fatiga, debemos mantenernos activos en todo momento para generar calor mediante el movimiento. Estar en buena forma física es importante para prevenir la fatiga sin olvidar nutrirse adecuadamente durante la prueba para evitar la hipoglucemia.
Factores como la fatiga, la deshidratación, mala preparación física, una temperatura del agua baja o una exposición larga nos deben hacer pensar que el riesgo de sufrir hipotermia es alto.
TRATAMIENTO DE LA HIPOTERMIA.
Las primeras actuaciones se dirigen al soporte vital y a minimizar la pérdida de calor. Debemos retirar la ropa mojada, secar y tapar completamente al individuo con mantas, sin descuidar zonas como el cuello o la cabeza, y calentar la habitación por encima de los 24 grados. Si estas medidas fueran insuficientes, podemos aplicar dispositivos de calor químico, la infusión intravenosa de sueros calientes o la inhalación de aire caliente.
Para ilustrar algo esta explicación teórica, os voy a contar lo que me sucedió en el verano de 2011, entrenando en Oeiras POR, cerca de Lisboa, para preparar el Cruce del Estrecho de Gibraltar:
Nadaba junto a Joana Cunha, sin ayuda del neopreno, ni de lanolina o vaselina, y con el agua a unos 15 o 16 grados. Además el día estaba con algo de viento, y según estábamos nadando, se nublo. Estuvimos nadando alrededor de una hora, y recuerdo que ya de vuelta hacia donde empezamos a nadar, cuando llevábamos unos 40 minutos, iba totalmente perdido. Pero no porque no encontrase el camino, sino porque iba como soñando. Tenía mucho mucho frio, no recordaba donde estaba, ni porque estaba nadando, aunque reconocía a Joana, que nadaba conmigo, no entendía como ella iba más rápido que yo, y a mí me costaba seguirla. No recuerdo como, pero me vi ya de pie sobre la arena de la playa, fuera del agua. El socorrista vino a darnos nuestra ropa, las toallas, y a preguntarnos que qué tal, y los dos aturdidos y sin hablar, nos fuimos al coche donde pusimos la calefacción a tope, y creo que 45min después, o una hora, fue cuando empezamos a hablar sobre lo que había sucedido. Todo había pasado de forma muy mecánica y confusa. Actuando sin pensar, sin saber conscientemente lo que hacíamos, o sin recordar luego cómo habíamos hecho las cosas.